En la central térmica do Pego, de 628 MW, ante el inminente cierre previsto en 2022 y para extender la vida de la central, están analizando la alternativa de reemplazar el carbón por biomasa forestal, pero dependerá de las condiciones que el Gobierno conceda para ello.
Los actuales responsables de la planta consideran que habría que solventar la logística relacionada con el suministro de la biomasa, debido a que la central de Pego podría llegar a absorber alrededor de un tercio de la biomasa disponible para este tipo de plantas que Portugal puede recoger en un año.
Portugal tiene sobrecapacidad en la producción de energía, pero como quiere cerrar las térmicas de carbón en los próximos cinco años deberá aumentar la potencia renovable, y para ello será necesario hacer una inversión de cerca de siete mil millones de euros en fuentes de energía renovables como la biomasa o la solar. La expectativa del Gobierno es que en 2030, Portugal pueda conseguir que las renovables representen el 47% de la demanda de energía final.