Con una política más ambiciosa, las renovables podrían suministrar el 25% de la demanda total de calor en 2020 y se eliminaría un gasto de 21.800 millones de euros en importaciones.
El impulso de la utilización de la biomasa como fuente energética por parte de la Unión Europea responde, entre otros propósitos, al desarrollo de su estrategia de seguridad energética, que contempla la progresiva reducción de la dependencia de terceros países.
Como consecuencia de las diferentes crisis que se han registrado en los últimos años, la seguridad energética ha ocupado un lugar destacado en la agenda política europea.
De hecho, dado que la UE es dependiente del gas de Rusia en más del 65%, distintos países del centro y norte de Europa ya se han replanteado sus sistemas de suministro y distribución de energía, con fuertes apuestas hacia la eficiencia energética y las energías renovables como la biomasa.
‘Crisis de calefacción’
Dado que alrededor del 75% del gas que se consume en Europa se destina a la calefacción, mientras que el 25% restante es para la producción de electricidad, la crisis de seguridad del gas de la UE es de hecho una crisis de calefacción.
Y cabe destacar que una parte importante de las importaciones de energía proviene de regiones políticamente inestables, lo que supone un riesgo para la seguridad de los suministros de la UE.
Las importaciones sólidas de biomasa solo representan entre el 2% y el 3% del consumo interno bruto de biomasa de la UE para calefacción y electricidad. Se trata, por lo tanto, de un dato menor, que seguirá siendo marginal en el futuro, en comparación con las importaciones de combustibles fósiles. Además, este pequeño volumen de biomasa importada proviene de áreas geopolíticamente estables (Estados Unidos y Canadá).
El potencial de la biomasa
En todo caso, es preciso subrayar que las importaciones de biomasa a los países de la UE, aunque mínimas, son también prescindibles. Los bosques europeos están infrautilizados. Su crecimiento es significativamente mayor que lo que se utiliza. Por ello, el stock de madera en el bosque aumenta cada año en casi 300 millones de metros cúbicos.
La biomasa ofrece la posibilidad de reemplazar todo tipo de combustible fósil dentro de cada mercado: electricidad, calefacción y transporte.
Si en 2020 se alcanzan los objetivos fijados por la UE en energías renovables para calefacción y refrigeración, los países europeos se ahorrarán unos 9.600 millones de euros. Aunque, con políticas algo más ambiciosas, las renovables podrían suministrar el 25% de la demanda total de calor; y ello supondría lograr un ahorro anual en importaciones de 21.800 millones de euros.