La energía que necesitó una industria para sus procesos productivos o una comunidad de vecinos o un hotel para calentar a sus residentes en 2022 fue 4,6 veces más cara si se obtuvo con gas que si se utilizó astilla de madera.
Los consumidores domésticos de pellets, por su parte, ahorraron un 44% frente a los consumidores de gas. Son datos de Eurostats e IDAE elaborados por la Asociación Española de la Biomasa para el segundo semestre de 2022 en España.
Cuando en verano de 2022 veíamos cómo la crisis energética literalmente nos atropellaba, el sector de la fabricación de biocombustibles sólidos -pellets, astilla, hueso…- se propuso dos objetivos: asegurar el abastecimiento del mercado nacional y mantener la competitividad en precios frente a los combustibles fósiles.
Así, los fabricantes y distribuidores nacionales controlaron el volumen de sus exportaciones a Centroeuropa, donde los precios de venta, a pesar del mayor coste del transporte y las consiguientes emisiones, eran muy superiores y los centros de distribución estaban adelantando las compras para intentar evitar el colapso y una excesiva subida de precios en sus mercados.
El vertiginoso aumento de los costes de la electricidad -en agosto de 2022, uno de los meses de mayor producción en las fábricas de pellet en España, el coste eléctrico se multiplicó por cinco respecto al año anterior- y de la madera en origen, provocado por una demanda mucho mayor que la oferta, causó el insólito alza de los precios del pellet, que los productores trataron en la medida de lo posible de no trasladar en toda su magnitud a los consumidores.
Ahora que las aguas empiezan a calmarse, vemos que ambos objetivos se cumplieron: ha habido suficiente pellet y astilla para los consumidores y los precios, a pesar de ser mucho más altos que el año anterior, han seguido manteniendo un apreciable diferencial con los de los combustibles convencionales de origen fósil (electricidad, gas y gasóleo de calefacción), confirmando que la biomasa ha sido, en 2022, la fuente de energía para calefacción más económica.
La Oficina Europea de Estadística, Eurostats, ha publicado los precios medios, incluyendo impuestos y tasas, que han pagado realmente los consumidores en España y en el resto de países en 2022 y ahí volvemos a comprobar que la biomasa es la fuente de energía que más ahorro genera a los usuarios de calefacción y de calor industrial, sectores que consumen cerca del 40% de la energía total en nuestro país.
Comparando…
Si nos fijamos en los precios que los consumidores domésticos hemos pagado por la energía, incluyendo impuestos, tasas, topes, etc., vemos que la electricidad ha tenido un precio medio de 33,50 céntimos de euro por kWh, el gas de 18,55 céntimos, el gasóleo 11,34 céntimos y el pellet 10,38 céntimos por kWh. En resumen: calentarse con gas es un 44% más caro que hacerlo con pellets, y hacerlo con radiadores eléctricos, por ejemplo, cuesta el triple que calentarse con pellets.
Centrando la atención en los grandes consumidores como una comunidad de vecinos, un hotel o una industria, por ejemplo, el precio medio del gas industrial en el segundo semestre de 2022 alcanzó los 13,68 céntimos de euro por kWh, el doble que en 2021 y el triple que en 2020, frente al imbatible precio de la astilla de madera, cuya media fue de 2,95 céntimos de euro el kWh durante el segundo semestre del pasado año.
Conclusión…
Si nos fijamos en el precio que pagamos al final los consumidores, incluyendo costes fijos, peajes, impuestos y los precios finales que ponen las compañías energéticas cuando se acaba la oferta, la calefacción con biomasa es mucho más barata.